lunes, 17 de febrero de 2014

VIOLENCIA

Hoy tengo algo fuerte que contarles.
Ayer conocí a una chica de 17 años llamada Leslie. La conocí en condiciones no gratas. Entre las 8 y 8:30 p.m. estaba en el súper con mi sobrino, en realidad estábamos haciendo tiempo hasta que Iván pasara por nosotros. Estábamos viendo juguetes (es una de mis secciones favoritas del súper) cuando escuché un poco de alboroto, volteé a ver y había un par de personas forcejeando, no distinguí si era un chico y una chica o dos mujeres (ambas personas tenían el cabello largo), pero una de ellas lo estaba pasando mal y finalmente fue obligada a salir. Intenté seguir viendo juguetes, pero sólo estaba pensando en si sería su mamá o quién era esa persona que obligó a la otra a salir, con la visión del forcejeo en mente no pude dejar de sentirme culpable por tratar de hacer como si nada hubiera pasado y, luego de indicarle a mi sobrino que se quedara ahí, fui a averiguar. En el camino, en el piso, encontré un sombrero de colores raro, no pertenecía a la tienda, estaba usado. Esto me hizo pensar en que efectivamente se había usado la fuerza contra la chica. Además rumbo a la salida del súper veía gente con cara de preocupación y preguntándose cuánto tardaría en llegar la policía. Al salir, en donde se abordan los taxis, pude ver a una pareja de jóvenes forcejeando, ella no quería subir y él la estaba forzando. La razón se me nubló y sólo me quedaron los sentires, así que sin pensar mucho las cosas avancé hacia ellos, tuve que intervenir.
Le pedí que la soltara. Me preguntó que yo por qué me metía, que ella era su esposa. Le contesté que eso no me importaba y que la dejara ir. Entonces pude ver que ella tenía un bebé en brazos y ya no pude contenerme, prácticamente se los arrebaté. Cuando la liberó, se le fue a golpes un taxista, quien empezó a retarlo y a decirle "que fuera machito y se pusiera con él". Me estremeció ver la agresión en primer plano, era un joven delgado, no muy alto; el señor, por el contrario, era corpulento. Le pedí que no lo golpeara y traté de sujetarlo pero no pude. Entonces, abracé a la chica y entramos nuevamente al supermercado. Creo que el taxista dejó de golpearlo porque pude escuchar que gritaba desde la entrada el nombre de ella: Leslie. Afortunadamente, la gente de seguridad no lo dejó entrar. Ahí estuvimos un rato, ella me contó parte de su historia, él lavacoches en los estacionamientos de algunos establecimientos comerciales, ella se supone ama de casa pero la obliga a estar siempre con él ¿Qué más les puedo decir del maltrato físico y psicológico? golpes, amenazas de muerte, incomunicación, celos,... yo le dije que no tenía que permanecer a su lado, que nadie tenía derecho a maltratarla y que había instituciones que podían ayudarla. Ella lloraba y me escuchaba muy atenta como si no pudiera creer que había y tenía opciones. Le pedí que me dejara abrazar a su hijo, un hermoso bebé de 3 meses con unos grandes ojos verdes heredados por la mamá. Le llamé a Iván para comunicarle lo que había pasado, no sabía qué estaba ocurriendo en la entrada y no se me antojaba ir a averiguar. Cuando Iván llegó, me dijo que el joven había sido detenido. Unas personas le dijeron a Leslie que tenía que salir para acusarlo, pero ella se negaba, lloraba, temblaba de miedo. Entonces llegaron los oficiales, le dijeron que tenía que poner la denuncia por agresión, ella se negaba, tenía miedo de las agresiones que podía sufrir en represalia por demandarlo. Lo único en que pensaba era que necesitaba el acta de alumbramiento de su hijo para poder registrarlo posteriormente y ésta estaba en el cuarto que compartía con él. Al fin la convencieron y fue con ellos, yo le di mi dirección escrita en un papel y le dije que si lo necesitaba, en cualquier momento, tomara un taxi y pidiera que la llevara y que ahí yo le pagaría al taxista. Iván fue más pensante y le dio 200 pesos. Le pedí a los oficiales que por favor me informaran del caso, me dijeron que no me preocupara. Íbamos a regresar a la casa pero Iván me vio intranquila y me preguntó si quería que siguiéramos a la patrulla, le dije que sí. Una niña de 17 años, originaria de otro estado, había estado malviviendo con su pareja durante casi 3 años y tenía un bebé de 3 meses. No, definitivamente no iba a estar tranquila en la casa sin saber qué había pasado.
Para hacer el cuento más corto, cuando los alcanzamos le pregunté a ella si quería que la acompañara, me dijo que sí, le pregunté a los oficiales si era posible y accedieron, así que Iván vino con los chamacos a la casa y yo estuve con ella en el Ministerio Público. No quiso demandar porque eso le implicaba quedarse en Zacatecas a dar seguimiento al caso y ella lo único que quería era regresar con su mamá, a quien no ha visto en estos años. Además, no quería perjudicar a quien aún quiere. Levantó un acta donde se asentaron los hechos ocurridos ese día. La revisó un médico, quien hizo constar que tenía moretones en un costado del torso, porque el joven la estuvo pellizcando para que no gritara (habría que explicarle un poco de lógica a este Romeo). Mientras ella declaraba, yo me hice amiga de ese nene que además de buen mozo es de una plática exquisita, muy amena, hasta que empezaron los pedines y un olor extraño, entonces comprendí que tenía un gran regalo para su mamá. A mí sólo me tocó un poquito de vómito en la ropa (reflujo, Iván, ya sé) y muchas sonrisas. Los oficiales nos acompañaron a recoger unas poquitas cosas del bebé, ella quería llevar únicamente el acta mencionada, el oficial le dijo que por favor tomara al menos lo indispensable para el bebé y un poco de ropa para ella pero no quiso tomar más que una bolsa con algunos pañales, leche y unas cuantas ropas del peque. Luego nos trajeron a la casa, eran poco más de las 2 am. Iván nos invitó a un sándwich, el mío no sobrevivió mucho rato, ella no tenía apetito. Platicamos un rato y por fin nos acostamos, se veía venir un día largo.
A las 7 am (más temprano que Emiliano) se despertó o tal vez ni siquiera pudo dormir con tantas emociones, ya quería irse, decía no quería causarnos más molestias, que la dejara tomar un taxi. Le pedí un poco de paciencia, le dije que Iván la podía llevar a la terminal en cuanto llegara de dejar a Ariel en la escuela. Mientras, empecé la búsqueda de horarios de salidas de autobús, llegó Iván y me ayudó en ello. El primer camión hacia su destino salía a las 9 a.m. Tiene miedo de que su ex-pareja cumpla las amenazas de dañar a su familia en caso de que ella lo abandonara, supongo que por eso la prisa. La llevamos, le compramos su boleto y le deseamos mucha suerte en esta nueva etapa de su vida.
Leslie es una chica alta, muy delgada, sencilla, amable e inteligente, a pesar de sólo tener la primaria concluida, es muy elocuente en su hablar, es atenta, con una forma de pensar muy organizada. Yo no dejo de pensar en lo distinta que hubiera sido su vida si otras hubieran sido sus circunstancias. Hace un rato, se me ocurrió e hice una búsqueda en internet. La encontré reportada como desaparecida, he dado parte de lo sucedido ayer. Me imagino lo que ha de haber sufrido su mamá. Si bien es cierto que ella accedió voluntariamente a irse con ese muchacho, las condiciones en las que estaba con él hasta el día de ayer bien podrían considerarse secuestro.
A estas horas, sin terminar de entender todo lo que pasó, sólo puedo desear que haya llegado bien y que este reencuentro sea al fin la calma para esa mamá que no ha sabido nada de su hija desde mayo de 2011 y que pueda ser el consuelo de esta niña que se enfrentó a las durezas de la vida a tan temprana edad. Ojalá juntas puedan darle un buen futuro a ese chamaquillo de ojos bonitos. ¿El chico?... él sale mañana. Ojalá recapacite y se dé cuenta de sus errores. Ojalá.

Caro... :(

P.D. Los oficiales me comentaron que estos casos son frecuentes y aumentan en los fines de semana porque el alcohol envalentona (y embrutece) a muchos. La licenciada en el MP me confirmó esto.

sábado, 1 de febrero de 2014

VIAJE AL PASADO

Ayer fuimos a Jerez y visitamos varios lugares, entre ellos un museo: la casa donde nació Ramón López Velarde.
Fue un lugar que me gustó mucho. Han mantenido muchos detalles de la casa, es muy interesante, fue como hacer un viaje al pasado.
 
   

Es asombroso conocer (y ver) en qué condiciones vivían las personas hace varias décadas. No había problemas de espacio como en las famosas casas actuales de interés social (en las que lo que menos interesa es lo social). Era una casa con muchas habitaciones y muchos patios interiores. La cocina fue uno de los espacios que más me gustaron, me parece que los detalles están muy bien cuidados. El dormitorio amplio y para sorpresa de muchos jovenzuelos ¡sin televisión ni Xbox! je, je. Pero eso no significa que no tuvieran entretenimiento, en la sala vimos un piano y sillones muy cómodos para leer un rato sentados junto a las ventanas en las que se habría de aprovechar muy bien la luz solar. En otra habitación vimos el que en su momento debió ser un modernísimo aparato para reproducir música. El comedor con la mesa dispuesta como si estuvieran esperando invitados, lástima que nosotros ya le habíamos entrado con mucho fervor (bueno, todo el que la salsa tan picante nos permitió) a las típicas tostadas de Jerez. Y en el patio central de su vieja casa había un viejo pozo:
"El viejo pozo de mi vieja casa
sobre cuyo brocal mi infancia tantas veces
se clavaba de codos, buscando el vaticinio
de la tortuga, o bien el iris de los peces,
es un compendio de ilusión
y de históricas pequeñeces."
 
Una experiencia que recomiendo. Gracias a Alonso por la invitación.
Ahora nos falta visitar la exposición de dinosaurios de Zigzag.
Caro :)
P.D. Por supuesto, me traje una botellita de Jerez :D