sábado, 15 de mayo de 2010

3 PROFESORES

Después de terminar la maestría trabajé durante 2 años y medio en la Unidad Académica de Matemáticas de la Universidad Autónoma de Guerrero y tengo muy bonitos recuerdos de esa etapa de mi vida como profesora.
Tuve la oportunidad de impartir cursos a nivel licenciatura y maestría, ambas en el área de Matemática Educativa. Recuerdo que en un seminario con mis chamacos de la lic. hice una dinámica en la que les pedía que recordaran quién había sido su mejor profesor y su peor profesor (no era necesario dar el nombre) y cuáles habían sido los motivos para catalogarlos así. Esto con el fin de que, siendo la gran mayoría futuros profesores, tomaran consciencia de que el conocimiento, aunque indispensable, no es suficiente para ser un buen profesor, que la parte afectiva, la empatía, la dedicación también son factores importantes para crear un ambiente propicio en el aula, cuando estuvieran ya "en el mundo real".
Esta dinámica me hizo a mí misma someterme a esa reflexión y en esta fecha me gustaría hacer un reconocimiento público por este medio a tres profesores que por distintos motivos y cualidades fueron una parte importante en mi formación académica... y personal.
1. Jorge Joubert Villa. Un ejemplo de dedicación, de entrega y pasión por la docencia.
Geómetra con una debilidad por los modelos tangibles y su uso en la enseñanza de las matemáticas. Hablaba de los poliedros platónicos con una emoción que contagiaba. Era un profesor que imponía mucho en su clase, recuerdo que había compañeros que se apanicaban cuando preguntaba pero a mí me fascinaba su forma de ser. Fue de los pocos profesores que durante la licenciatura tuvieron fe en mi persona (aquí debo confesar que no era precisamente una alumna ejemplar je je), que vio en mí un potencial que ni yo me encontraba por ningún lado en ese momento pero que me hizo repensar en mi autoconcepto.
¿Qué cambio en mí? Me hizo ver que la vocación (o la falta de ella) de un profesor es evidente para sus alumnos. Que hay que querer nuestra profesión como lo que es, el quehacer que escogimos para desempeñarnos durante gran parte de nuestras vidas.
2. Alberto May Moreno. Optimismo, buen humor, preocupación por la persona.
Era un profesor con una chispa que ya quisiera la Coca cola. Siempre me decía que yo era terrible y que Iván era un santo por soportarme... pero yo sé que me ha de extrañar je je. ¡Qué cosas! Él también era geómetra. De este profesor recuerdo con mucho cariño una anécdota en particular. Él era el coordinador de la licenciatura y yo le estuve dando lata durante mucho tiempo porque quería que nos impartieran un taller de "microenseñanza" que había oído que se impartía en la facultad de Educación. Cuando al fin se dio era previo pago de una cantidad con la que no contaba y así se lo manifesté. De manera desinteresada él desembolsó la $$$. Asistí a ese curso los sábados a las 7 de la mañana con la sensación de que no podía quedarle mal.
¿Qué cambió en mí? Con su trato me enseñó que los alumnos son personas (aunque no lo crean hay profes que no se han enterado) con problemas personales que pueden influir en su desempeño académico, que debemos interesarnos en ellos de manera integral y luchar por sacar lo mejor de ellos.
3. Luis Rodríguez Carvajal. Alegría, franqueza y orientación.
Este caso es muy particular, porque en realidad nunca me dio clase. Él era director de la fac en una etapa en la que yo me estaba eternizando en la licenciatura. Tuve cierta cercanía con él porque en ese entonces andaba metida en la "grilla" estudiantil (pero no lo vuelvo a hacer). De él recibí un regaño que me puso los pies sobre la tierra. Yo trabajaba para costear mis estudios y eso me dio un sentimiento equivocado de independencia. Me iba a un segundo congreso en un periodo muy corto de tiempo y fui a su oficina. Cuando él me cuestionó acerca de mi desempeño como estudiante y de los extraordinarios a los que había llegado, yo contesté que a final de cuentas yo me los pagaba (qué grosera, verdad?) y me dijo que sólo pagaba una parte de mi educación porque el Estado aportaba un sueldo a mis profesores que yo no estaba aprovechando. Me fui a ese congreso (el primero de ME) reflexionando mucho, con una actitud diferente a la que había tenido en los congresos anteriores.
¿Qué cambió en mí? A pesar de la cordialidad, en ocasiones es preciso ser el adulto en la relación profesor-alumno. Ser quien tenga la visión que otorga la experiencia y saber cuándo y cómo se debe actuar.
Afortunadamente, no son los únicos buenos profes que tuve, aún el día de hoy tengo un profe muy "guay" (es español), pero son los que considero especiales y con muchas de las cualidades que me gustaría tener algún día en mi profesión como docente.
¡¡¡Muchas felicidades a todos los "buenos" profes en su día!!!

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